El siguiente artículo va exponer una realidad de vulnerabilidad social y la definición de altas capacidades utilizadas en Brasil, si bien en una segunda entrada se expondrá la situación de la niñez y adolescencia vulnerable en España, en concreto en Canarias.
La Política Nacional de Educación Especial (BRASIL, 2008) define al público objetivo de la Educación Especial como alumnos con discapacidad, trastornos globales del desarrollo y altas capacidades/superdotação o como usado en este artículo, altas capacidades. Así, los alumnos con altas capacidades son aquellos que demuestran un alto potencial en cualquiera de las siguientes áreas, aisladas o combinadas: intelectual, académica, liderazgo, psicomotricidad y artes, además de una gran creatividad e implicación con el aprendizaje en la realización de tareas de su interés (BRASIL, 2008).
Sobre la identificación de estos niños, una de las principales barreras es que no existe un consenso nacional sobre una definición o terminología de quién es el sujeto con altas capacidades, de manera que se pueda identificar y atender más adecuadamente el potencial de este alumno en el contexto brasileño, teniendo en cuenta la complejidad de las diferencias sociales y económicas.
Vieira y Freitas (2011) consideran que el proceso de identificación es un reto importante debido a tres puntos: primero, sería la terminología, la falta de acuerdo en cómo nombrar a este sujeto dificulta su identificación; segundo, sería la controversia en cuanto a la definición de lo que es la inteligencia y la superdotación, ya que no existe una definición única para los términos, lo que hace necesario explicar los enfoques teóricos utilizados; tercero, serían las limitaciones actuales en cuanto a las pruebas psicométricas, que terminan por no reconocer al sujeto en su totalidad.
¿Qué pasa con las personas en condiciones vulnerables, más concretamente en condiciones sociales precarias, huérfanos, niños abandonados? Gomide (2012) refiere que, históricamente, en Brasil, los orfanatos se definían como instituciones destinadas a sustituir a la familia y al hogar de los niños huérfanos o abandonados y debían prepararlos mediante la educación y la profesionalización para su ingreso en la sociedad. El acogimiento institucional, es una medida de carácter protector y aplicable en la Ley Federal nº 8069/1990 (BRASIL, 2015), del Estatuto del Niño y del Adolescente (ECA), siempre que los derechos reconocidos en la ley estén amenazados o sean violados.
Según las directrices técnicas de los servicios de acogida para niños y adolescentes (BRASIL, 2009), de acuerdo con las disposiciones del ECA, los niños y adolescentes sólo deben ser derivados a los servicios de acogida cuando se hayan agotado todos los recursos para su mantenimiento en la familia de origen, la familia extensa (otras personas con vínculos afectivos) o la comunidad.
A través del ECA, se asegura en su artículo 5º que «[…] ningún niño o adolescente será sometido a cualquier forma de abandono, discriminación, explotación, violencia, crueldad y opresión, castigando según la ley cualquier atentado, por acción u omisión, a sus derechos fundamentales» (BRASIL, 2015, p.18).
Este estatuto también señala que no sólo los niños en situación irregular pueden ser acogidos bajo tutela, sino cualquier individuo en fase de desarrollo, hasta los diecisiete años y once meses de edad. Así, se abrió un nuevo paradigma jurídico, político y administrativo que aboga por la protección integral de la infancia y la adolescencia, después de una larga historia de prácticas basadas en la institucionalización sólo de los niños y adolescentes pobres (ASSIS; FARIAS, 2013).
El documento Conocimientos y Prácticas de Inclusión (BRASIL, 2006) destaca la preocupación constante con los alumnos con altas capacidades para que no sean subutilizados y dejen de dar sus contribuciones sociales a la comunidad y a sí mismos, compartiendo sus habilidades y talentos con todos. Sobre todo, señala que hay una preocupación aún mayor por los estudiantes con altas capacidades procedentes de entornos socioculturales y económicos desfavorecidos, porque los que son pobres tienen las ideas, pero carecen de la escuela y de las herramientas para realizarlas y ofrecerlas a su grupo social. Sin embargo, pueden asumir un comportamiento más agresivo o rebelde cuando no tienen el reconocimiento social de sus potencialidades y, en consecuencia, son infrautilizados.
Becker (2010) señala que cuando se conocen los lugares donde vive la gente se suele centrar en los riesgos, desventajas y peligros del inmenso porcentaje de población pobre del país. Encontrar niños, adolescentes y jóvenes, que muestren algún talento es vislumbrar una realidad más prometedora y auspiciosa, sobre todo ser capaz de sobresalir positivamente en contextos desfavorables demuestra que la persona tiene un potencial a desarrollar frente a los numerosos factores negativos de su vida cotidiana.
Así, Cupertino (2008) destaca que, sin estimulación, el niño superdotado (término utilizado por la autora) ignora su potencial, puede presentar insuficiencia y afirma que, «en un país lleno de carencias, no se considera relevante el servicio diferenciado a los que ya han sido privilegiados con un don especial. Los superdotados se esconden en las aulas ordinarias, como si sus talentos fueran invisibles» (CUPERTINO, 2008, p.10).
De esta manera se pone de manifiesto cómo pierde la sociedad cuando no se identifica el potencial del niño vulnerable, más aún si en su entorno social hay una mayor atención a la vulnerabilidad social, porque es más evidente. Cuando la mirada se dirige a reconocer sus capacidades, este niño puede tener la oportunidad de reconocerse como alguien capaz y recibir atención a sus necesidades educativas, aportando beneficios a sí mismo y a la comunidad en la que vive. Por tanto, un niño o una niña en vulnerabilidad social y con alta capacidad debe ser atendido, tanto dando la posibilidad de ser identificado como, a partir de su diagnóstico, proporcionándole la respuesta educativa adecuada para el desarrollo de su pontencial.
AUTORA:
Amanda Rodrigues de Souza Colozio
Doctora en Educación Especial y Doctora en Psicología (ULL)(UFSCar)